Enfoque
En mayo de 2024 el CEO de Google, Sundar Pichai, afirmó que habrá personas que se enamoren de una IA y además es algo para lo que debemos estar preparados como sociedad. En este artículo se abre una invitación a la reflexión y el análisis crítico sobre los nuevos retos a los que podríamos enfrentarnos los profesionales de las Ciencias Sociales para entender el hipotético cambio de paradigma en las relaciones socioafectivas que, aun estando ya latente, se aventura más cercano en el tiempo de lo que hace tan solo cinco años se podría imaginar.
A lo largo del artículo se tratarán aspectos afectivos tan humanos como el enamoramiento, la soledad o el duelo en base a la relación de los sujetos y el uso y exposición, de forma consciente o inconsciente, a distintas inteligencias artificiales en la vida cotidiana. Para ello se analizarán tres relatos cinematográficos: Metrópolis de Fritz Lang (1927), Her de Spike Jonze (2013), así como el capítulo de la serie Black Mirror “Ahora mismo vuelvo” de Owen Harris (2013). Estos filmes servirán de hilo conductor para hipotetizar sobre las implicaciones afectivas, éticas e incluso legales de estas nuevas relaciones.
Por último, se prestará especial atención al caso real del japonés Akihiki Kondo, casado en 2018 con un holograma de la cantante virtual Hatsune Miku y gestionado por la empresa GateBox que en 2020 dejó de proporcionar estos servicios audiovisuales conversacionales basados en una inteligencia artificial conocida como VOCALOID, por lo que el señor Kondo quedó técnicamente viudo y emocionalmente afectado por la ruptura súbita de su vínculo emocional con algo que no siendo real, sino un algoritmo, para él las implicaciones afectivas fueron tan reales como las que pudiera tener con una persona de carne y hueso. El caso A.Kondo ha sido el más mediático, pero no es el único que abre el debate real sobre los derechos legales e incluso emocionales que pueden llegar a tener estas inteligencias en el futuro, especialmente cuando se pase del chat o el holograma a los robots humanoides con piel sintética, algo que, seguramente, haga que personas en situaciones afectivas vulnerables lleguen a tener una dependencia emocional e incluso un enamoramiento real. Desde el punto de vista de la admiración meramente estética, en la red social Instagram existen modelos virtuales como la española Aitana López que generan miles de seguidores, contratos publicitarios de marcas y por ende miles de euros, pero también miles de confusiones puesto que muchas de las personas usuarias de esta red social no saben que Aitana no es una chica real sino una influencer manejada por una IA.
Como objetivo principal se propone una reflexión crítica sobre el enamoramiento, la soledad y el duelo cuando “el otro” es una inteligencia artificial, un simple algoritmo capaz de llenar nuestras carencias afectivas y que, además, aprende de nuestras expresiones y emociones con el peligro que conlleva la vivencia de lo irreal como real y el consiguiente trastorno de despersonalización o el futuro desarrollo de trastornos facticios probablemente en una etapa adaptativa del sujeto en este cambio de paradigma.
