Enfoque
La siguiente ponencia expone cómo el Estado y la sociedad utilizan las emociones para categorizar y estigmatizar a ciertos grupos de personas, comparándolos con los “mutantes” de los cómics de X-men. Ahmed (2015) argumenta que el Estado promueve emociones negativas hacia grupos que considera problemáticos para fortalecer la identidad nacionalista y crear enemigos. Estos grupos, debido a sus prácticas, apariencias o ideales, son envueltos en discursos de odio y categorizados negativamente, lo que normaliza la violencia contra ellos.
Tajfel (1972) explica que la categorización social organiza el entorno social y guía la acción social, estableciendo dinámicas entre los “normales” y los “anormales”. Sin embargo, estos “cuerpos mutantes” no confrontan directamente estas emociones negativas, sino que buscan consensos y negociaciones para dignificar sus cuerpos y modificar las categorías negativas a través de la expresión de emociones positivas como la ira, la indignación y el orgullo (McAdam, 1982 en Jasper, 2011).
Grupos como la comunidad LGBTTQ+, mujeres que buscan el aborto y el movimiento hippie se posicionan políticamente para cambiar estigmas y reformar leyes, creando una memoria colectiva que fomenta emociones de respeto y admiración (Huffschmid). Jasper (2011) señala que las luchas por la identidad deben desplegarse tanto interna como externamente para reducir la vergüenza y promover la admiración.
Arfuch (2016) sostiene que las emociones son prácticas sociales y culturales que se asumen desde el cuerpo social, y que nombrarlas tiene un poder performativo. Estos cuerpos se manifiestan con sus emociones para constituirse como actores políticos, reconociendo sus diferencias y buscando la aceptación social. Butler (2002) describe este proceso como una materialización que estabiliza las fronteras de la identidad a través del tiempo.
Esta propuesta concluye que estos cuerpos “mutantes” buscan legitimarse ante la sociedad, no para ser aceptados dentro de las normas establecidas, sino para ser reconocidos y respetados por sus diferencias. Utilizando la metáfora de los X-men, se argumenta que estos cuerpos modificados, ya sea por aborto, amputaciones, anticonceptivos, accesorios o tatuajes, confrontan las normas sociales y políticas, mostrando que el cambio es necesario y positivo.
Stuart Hall (2010) y Moscovici (1981) también son citados para enfatizar la importancia de la diferencia y el reconocimiento social en la construcción de significado y legitimidad. Butler (2002) añade que la performatividad de estos actos políticos es crucial para el cambio social, ya que reiteran y desafían las normas establecidas.
La ponencia utiliza la metáfora de los cuerpos mutantes para explorar cómo las emociones y las acciones políticas de los grupos estigmatizados pueden transformar las categorías sociales negativas y promover un cambio hacia una mayor aceptación y respeto por la diversidad.