Enfoque
Introducción: El desafío del suicidio en jóvenes de 15 a 29 años es un gran problema en la salud pública, con impactos desoladores en los individuos, las familias y las comunidades. Esta parte de la población enfrenta múltiples riesgos, que incluyen la ausencia de atención para problemas de salud mental como la depresión y ansiedad, así como la vivencia de traumas, disputas familiares y desafíos educativos.
Objetivos: Investigar y entender los elementos que influyen en el suicidio de los jóvenes con el objetivo de brindar un fundamento para el diseño de estrategias eficaces de prevención y apoyo, mediante el análisis de influencias emocionales, académicas, sociales y personales que pueden incrementar las tasas de suicidio en la juventud, así como la evaluación de la efectividad de prácticas y áreas de mejora para reforzar la capacidad de respuesta.
Metodología: Se ha realizado una revisión bibliográfica basada en el análisis de las teorías, descubrimientos y perspectivas previas sobre el suicidio en los jóvenes, que ofrece una base firme para situar este fenómeno y que facilita la descripción del marco teórico, el análisis de sus causas y consecuencias, así como las diversas medidas de identificación, prevención y protección frente al suicidio.
Resultados: Los datos muestran que el suicidio es una de las principales causas de muerte en este rango de edades cuyos resultados han sido 341 suicidios. Se ha observado que es crucial implementar tácticas que promuevan la salud mental desde la niñez, detectar de forma precoz posibles dificultades y garantizar la accesibilidad y calidad de los servicios de salud mental. Es fundamental fomentar ambientes seguros y de apoyo en el hogar, la escuela y la comunidad para que los jóvenes se sientan respaldados y escuchados. Identificar rápidamente señales de alerta y capacitar a profesionales de la salud, educadores y comunidad en la gestión del suicidio son aspectos clave en un programa integral de prevención.
Discusión y conclusiones: Es esencial incluir programas que enseñen a los jóvenes habilidades de afrontamiento y resiliencia para que puedan enfrentar el estrés y las adversidades con éxito. El desarrollo de habilidades socioemocionales, la promoción de una comunicación abierta y la formación de redes de apoyo pueden ayudar a disminuir los factores de riesgo de manera significativa. Al entender profundamente los orígenes y complejidades de este fenómeno, se observa la necesidad de adoptar un método integral y organizado, siendo fundamental la participación de toda la sociedad, con políticas públicas, programas educativos, servicios de salud mental accesibles y apoyo constante a los jóvenes y sus familias, para identificar factores de riesgo y de protección y desarrollar intervenciones personalizadas y eficaces.
